jueves, 16 de diciembre de 2010

Los grandes placeres de la vida.

Esta vez el frío ni siquiera ha esperado a que me sentara. Hace tiempo que me ha invadido el cuerpo entero. Lo de las noches anteriores no era frío, comparado con esto.

Últimamente me estoy dando cuenta de los grandes placeres de la vida:

Desayunar, comer y cenar caliente (o por lo menos tener lo medios para hacerlo), abrir un grifo y que salga agua fría o caliente, potable y de manera continua, llegar de la calle helada y tener un hogar: un lugar calentito donde puedes estar segura y protegida, tener distinta ropa que ponerse (limpia y con un olor entrañable), tener la oportunidad de cursar unos estudios, de hacer viajes de fin de curso y excursiones,...

Todo parece en calma, menos por el castañeo de mis dientes y el temblor de mi cuerpo. De vez en cuando el aviso de un mensaje me hace salir al exterior, un mensaje que contiene palabras hirientes de un mal entendido. Trato de explicarlo, sin derivar a otras cosas, tranquilamente.

Y sabemos de sobra que hay gente que no dispone de estos grandes placeres. Pero, como vivimos rodeados de miles de personas que también disfrutan de éstos, nos cegamos e intentamos olvidarlo.
Incluso nos atrevemos a quejarnos (es no podemos evitarlo) de lo que ha subido la gasolina, el tabaco y el pan. ¿Por qué ahora se piensa "Ay, pobrecitos...", cuando hemos sido nosotros los que hemos sometido a medio mundo? ¿Por qué no se ayuda en vez de tratar de olvidarlo? Sí, los Occidentales somos una joyita.

La nariz ya se me ha congelado y, al igual que ayer, me duele lal piel de las manos. Me retiro.

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